top of page

De vuelta al mundo… ¿real?


Terminaron mis días en el “paraíso”. Empiezo por el final: cuando me despedí del Swami me preguntó qué había aprendido y me regañó, diciendo que ese no era un lugar para hacer picnics (aunque no hice ninguno). Le dije que principalmente entendí que tengo trabajo por hacer en mi interior, empezando por mejorar mi autocontrol y hablando menos (la noche anterior leímos algo que decía que las personas que más hablan son las más ignorantes). Me sugirió empezar inmediatamente, ante lo cual, en contra de mi instinto natural, recibí el regaño en silencio, sin dar explicaciones o justificaciones. Mi ego y mi orgullo salieron heridos de la despedida, pero creo que ese era el propósito…


Los días anteriores había hecho un gran progreso entendiendo algunos conceptos básicos pero indispensables para continuar mi camino. Por ejemplo, aprendí qué es el silencio y por qué es importante. Y realmente el silencio, como lo entendí, incluso explicado por el mismo Swami, no necesariamente significa permanecer callado todo el tiempo. Más bien, significa acallar las voces internas que nos confunden y no nos dejan oír lo que nos está diciendo el alma: las voces de las emociones, del ego, de los cálculos mentales, etc., son las que hacen ruido y no nos dejan oír nuestra esencia. Son esas las que tenemos que silenciar para poder pensar, sentir y decidir con el alma.


Sumado al silencio, el autocontrol y el sentido común son los otros grandes retos que me quedan del paso por el ashram, pero después podemos profundizar en estos últimos dos. En suma, el trabajo es largo, y en realidad infinito, porque supongo que entre más profundo llegue, más encontraré por hacer. Pero por ahora, a pesar de seguir hablando mucho y de tener muchas dificultades para aquietar mi mente, me siento satisfecha de este proceso de despertar conciencia que estoy empezando.


A propósito de la vida en un ashram en silencio, que está ligada a lo que en inglés se llama aloneness, que es distinto de loneliness, quiero compartir algunas reflexiones sobre la vida en un ashram, después de pasar por él.


En definitiva, un ashram es un lugar alejado y desligado del mundo en el que vivimos. Para empezar, el sitio tiene una energía increíblemente poderosa que invita o casi obliga a quedarse ahí. Es como un imán que podría retener a las personas durante años o incluso toda la vida. Y en efecto así pasa. La gente, cansada del sistema, de los egos del mundo y de lo loca que está la humanidad, prefiere retirarse a lugares como éste, donde se vive en armonía con la naturaleza y se trabaja hacia adentro y desde adentro. El Swami de Aurovalley ciertamente es un ejemplo de esto, pues para él, cuando el ser humano verdaderamente evoluciona hacia la espiritualidad, prácticamente no necesita interacciones humanas.


Yo en realidad me siento muy lejos de eso. Y puede ser que eso sea otro indicador de mi gran ignorancia en el mundo de la espiritualidad, pero incluso estando allá, en medio de la paz y de la buena vibra del lugar, confirmé lo importantes que son para mí las relaciones humanas y lo mucho que las disfruto. De hecho, creo es a partir de las relaciones humanas que aprendemos sobre nosotros mismos: sobre nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestro ego, nuestra falta de autocontrol, etc., y no veo cómo podría llegar a niveles más avanzados de espiritualidad, o incluso disfrutarlos, alejada de las relaciones humanas.


Me siento feliz de haber conocido a personas maravillosas en estas dos semanas. Al final repartí varios abrazos que me salieron de lo más profundo del alma y me siento orgullosa de las amistades que hice, las cuales no habrían sido posibles si hubiera estado todo el tiempo sola sin musitar ni una palabra. Para su tranquilidad, sí pasé muchas horas en silencio y usé esas horas para hacer el mejor trabajo que pude. Encontré, además, que limpiar me ayudaba a estar en silencio, entonces añadí algunas actividades adicionales a mi karma yoga que, aunque me pelaron la piel de las manos, también disfruté enormemente.


Cierro entonces otro capítulo de este viaje. Con el ego un poco golpeado y un montón de trabajo por hacer en los meses que siguen y en la vida que me queda, pero con la satisfacción de haber empezado mi propio recorrido, mi propio ANDAR.

Single Post: Blog_Single_Post_Widget
bottom of page