Volver
Hoy, por fin, escribo desde Colombia, viendo la inmensidad de Bogotá con el sol poniéndose detrás de las montañas. Llevo unos días tratando de reconectarme con mi ciudad, con mi gente, con mi historia y con mi presente. Tratando de no pensar demasiado en el futuro y de terminar de procesar los últimos 5 meses de mi vida.
En las últimas 4 semanas he estado viajando hacia Colombia haciendo varias paradas para visitar amigos: Bahrein, Nueva York y Boston. En Bahrein, me reencontré con amigas que no veía hace 13 años. Y así como hace 13 años, cuando las conocí en Francia, esta vez me hicieron parte de su familia durante una semana y me recordaron exactamente eso, el valor de la familia. Literalmente me despidieron con la barriga llena y el corazón contento.
En Nueva York me reencontré con mis dos amigas del alma, a quienes casi no veo y mucho menos juntas. Me sentí feliz de comprobar que aun cuando la vida muchas veces nos separa, si nuestra esencia sigue siendo la misma, ni el tiempo ni la distancia afectan las verdaderas amistades. Boston fue una nueva confirmación de eso y una preparación para llegar a Colombia, donde mi familia me recibió con todo el amor del mundo y lágrimas de felicidad. Uma, a quien dejé de 5 meses, contra todo pronóstico y con efecto retardado, me reconoció y me llenó de los besos babosos de la rhodesian de casi 10 meses que encontré.
Volver ha ido todo un proceso. Salir de India fue como salir de una burbuja. No se cómo explicarlo, pero la sensación y la forma en que los pensamientos llegan a mi cerebro es distinta. Debe ser cierto que la India tiene una energía especial, porque aunque estoy segura que ya era hora de volver, definitivamente se siente distinto estar adentro y estar afuera. Tengo una mezcla de felicidad por mi regreso (reencontrarme con mi familia, mis amigos, mi comida, mi cultura, etc.) con algo de nostalgia porque se terminó mi andar en India.
Volver asusta. Me asusta perder lo que aprendí y lo que descubrí. Me asusta perderme de nuevo, así como Sidharta en Samsara. Me asusta perder el silencio que por fin me deja oír mi voz. Me asusta perder la confianza en que todo va a estar bien. Me asusta volver a aferrarme y tratar de controlar lo incontrolable.
En fin, solo el tiempo dirá lo que será de mi vida después de este gran viaje. Por ahora, iré construyendo mi camino a mi propio ritmo, que así como la velocidad con la que hablo, ha disminuido notablemente. Trataré de mantener la costumbre de escribir, pues aunque mis historias seguro no serán tan entretenidas como las de India, este blog se ha vuelto un espacio de reflexión que me obliga a organizar mis pensamientos. Ahora mi ANDAR será en Colombia, con mi gente y con mis retos, donde tendré que pasar de ser una espectadora a ser la dueña de mi propia vida. No se ve fácil, pero seguro seguirá siendo divertido. Abrazos a todos. Qué dicha estar de vuelta.